sábado, 18 de julio de 2009

Indecisión (entre libros anda el juego)

Hace unos días terminé de leer el útimo libro de José SaramagoEl viaje del elefante”.

Con su forma peculiar de escribir, Saramago nos relata el largo y azaroso viaje a través de Europa de un elefante, llamado Salomón, que el rey Juan III de Portugal regala al archiduque Maximiliano de Austria. Una novela donde aparecen muchos personajes diferentes, reales unos e inventados otros, con cierto dramatismo en determinados momentos y con interesantes reflexiones sobre la condición humana.

Utiliza la ironía, el sarcasmo, pero también bastante comicidad en algunas situaciones y en las expresiones que utiliza. Entre sus páginas, me ha hecho pasar de la preocupación y del sufrimiento por las vicisitudes del viaje a la sonrisa y la alegría en algunos de los episodios narrados.
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He encontrado en “El viaje del elefante” a un Saramago crítico con las actitudes humanas y con la sociedad, pero menos pesimista que en “Las intermitencias de la muerte” que leí el año pasado y comenté aquí.
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Mientras os animáis a leerla, aquí os dejo como aperitivo estos fragmentos de la novela:

El capataz sobre su mula, no hacía más que santiguarse y volver a santiguarse, sin acabar de creerse lo que sus ojos le mostraban. Un elefante, eso que hay ahí es un elefante, murmuraba, no tiene menos de cuatro varas de altura, y la trompa, y los dientes, y las patas, qué gruesas son las patas. Cuando la caravana se puso en marcha, la siguió hasta el camino… Hacía grandes gestos de adiós. No todos los días aparece en nuestras vidas un elefante.”

Nervioso, excitado, el comandante dio orden de preguntar a uno de los muchachos más crecidos si los militares españoles ya habían llegado. El mozalbete debía de ser gallego porque respondió a la pregunta con otra pregunta, Qué van a hacer ellos aquí, va a haber guerra, Responde, llegaron o no llegaron los españoles, No señor, no llegaron. La información fue entregada al comandante en cuya boca, en el mismo instante, apareció la más feliz de las sonrisas.”

Como ya deberíamos saber, la representación más exacta, más precisa, del alma humana es el laberinto. En ella todo es posible.”
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Y, hablando de libros, ... Ahora me surge un problemilla: hay varios libros que quiero leer y no sé por cuál decidirme. ¿Podríais ayudarme? Os lo agradecería, porque estoy indecisa y no sé cuál elegir para leer primero.
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Éstas son las seis propuestas literarias:

- Los aires difíciles, de Almudena Grandes.

- El salón de ámbar, de Matilde Asensi.

- Instrucciones para salvar el mundo, de Rosa Montero.

- El contador de historias, de Rabih Alameddine.

- La senda del drago, de José Luis Sampedro.

- La catedral del mar, de Ildefonso Falcones.
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¿Por cuál empiezo? ¿Cuál me recomendáis? Se aceptan sugerencias... Pero, eso sí, por favor, sin desvelar nada trascendente de la trama ni el final, ¿de acuerdo? Muchas gracias por vuestra ayuda.
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Las fotos de los libros y del elefante son de realización propia.

sábado, 11 de julio de 2009

Una solución de oro

Una noticia curiosa me sorprendió mientras veía el noticiero de TV del viernes. No suelen hablar mucho de investigaciones científicas. En esta ocasión era una noticia sorprendente y excepcional.

- ¿Lo has oído, cariño? Han descubierto un método para curar el cáncer con partículas de oro.

Sí, habéis leído bien ¡con oro! Esto sí que es un uso maravilloso de este metal precioso... Según explicaba el científico descubridor, se podrán quemar las células cancerígenas sin dañar las células sanas de la zona afectada. Y además, el oro no ataca al organismo y se elimina después fácilmente.

- ¡Qué maravilla! ¡Ojalá que el tratamiento se pueda aplicar muy pronto…! ¡Hay tantas personas enfermas que lo necesitan! – respondió.

Y estuvimos comentando ambos los pormenores de la feliz noticia (al menos a nuestro nivel básico de conocimientos médicos) durante un rato.

Pablo, nuestro hijo pequeño, estaba jugando con sus coches por el suelo del salón, al otro lado del sofá. De pronto, se acercó a nosotros, cogió la mano derecha de ambos y señalando nuestros anillos, dijo:

- Papá, mamá, ¿esto es de oro?

- Sí, hijo – contestamos los dos casi al mismo tiempo.

- Entonces… ¿Por qué no le lleváis a ese médico los anillos y mi medalla para que pueda curar a la abuela de mi amigo Guille que está muy malita en el hospital?

Nos quedamos paralizados ante su razonamiento. Y, antes de explicarle (de forma comprensible para su edad) que no era tan fácil como eso, le dijimos:

- Ven aquí, campeón.

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¡Eres un sol!

Y, emocionados, le dimos un fuerte abrazo y un montón de besos.
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La escena narrada es ficticia, pero la noticia en la que está basado el relato es absolutamente real, de lo cual me alegro enormemente. Mi sincera felicitación y admiración para el equipo de científicos que lo han descubierto y lo están desarrollando. ¡Qué importante es invertir más en investigación... !
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Si quieres, puedes ampliar la información en estos enlaces:
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