No hay más que dar un paseo por las calles de la localidad para descubrir uno tras otro la gran cantidad de carteles de diferentes tamaños y tipos de letras que anuncian las casas, dúplex, pisos, apartamentos, locales y plazas de garaje que están en alquiler o en venta. En unos se indica un teléfono particular, en otros el de una empresa inmobiliaria. Hay para todos los gustos…






- Hola, quillo. ¿Qué paza? M´alegro verte.
- ¿Cómo estás, Juan? Yo también me alegro.
- Tás perdío, ehn?
- Bueno, la verdad es que hace unos meses que no venía por el pueblo.
- Tás mú bien y mú elegante, te irá tó fenómeno…
- No me puedo quejar, tengo un buen trabajo, un buen sueldo y viajo mucho, aunque tenga que vivir tan lejos de esta costa donde me crié. ¿Y tú, qué tal te ha ido el verano? ¿Habrás ganado tu buen dinerito con los alquileres, no?
- Pó de dinero, poco, quillo, que la cosa ejtá mú mala y ná máh quemos arquiláo el piso en agosto, en julio, ná y setiembre, vacío, y asín sigue.
- ¡No me digas! ¿Tanto se está notando ya por aquí la crisis?
- ¡Asín es! Y eso que hacimos un puñáo de carteles pá pegarlos por tóas las parés…
- Buena idea la de los carteles, hay que anunciar el producto para conseguir clientes. ¿Quién te los hizo?
- Quillo, pueh… yo mismo... y aluego hacimos fotocopias d´esas. Mira, toavía hay uno en la paré denfrente, al láo de…

- ¿Y por qué no me loh haceh tú, quillo? Que tú tieneh estudioh y lo hará mú requetebién. Te envito a una cerveza en el bar de la esquina pá seguí hablando.
- Pues, lo siento, ahora no puedo, tengo bastante prisa. Toma mi tarjeta y me llamas mañana…
Todas las fotos son propias y están realizadas en mi localidad de residencia.