Y, para muestra: una canción, o mejor, cuatro, las canciones sobre el mar que he seleccionado:
A por el mar,
a por el mar que ya se adivina,
a por el mar,
a por el mar, promesa y semilla
de libertad,
a por el mar, a por el mar...
El mar es más que un paisaje,
también es un sentimiento,
es un corazón que late
negándose a seguir muerto;
no rinde más obediencia
que la que exigen los vientos,
no lo sujetan cadenas
ni se detiene ante el fuego.
A por el mar,
a por el mar que ya se adivina,
a por el mar,
a por el mar, promesa y semilla
de libertad,
a por el mar, a por el mar...
Luis Eduardo Aute
Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más.
Un sendero solo de pena y silencio
llegó hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas
llegó hasta las espumas.
Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas la canción
que canta en el fondo oscuro del mar
la caracola.
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Y una voz antigua de viento y de mar
te requiebra el alma y la está llamando
y te vas, hacia allá como en sueños,
dormida Alfonsina, vestida de mar.
Félix Luna - A Alfonsina Storni
En las suaves aguas de tu mar me perderé,
Seré un mal pirata,
tus tesoros guardaré.
Por tu amor.
Por mi bien.
Me das el mar con tu mirada.
Me acuna el mar de tu mirar.
Yo, qué poco fuí,
antes de ser por tí, estela y sal, nave y lugar.
Me das el mar con tu mirada.
Me acuna el mar de tu mirar.
Soledad Giménez. Presuntos implicados
Al amanecer ya está Miguel
sobre su barca.
Dame un beso amor,
y espera quieta
junto a la playa.
Y el mar murmura en su lenguaje:
- ¡Maldito pescador!
Despídete de ella,
no quiero compartir su corazón-.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Dicen en la aldea
que esa roca blanca es Ana.
Cubierta de sal y de coral
espera en la playa.
No esperes más niña de piedra.
Miguel no va a volver.
El mar le tiene preso
por no querer cederle a una mujer.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Incluso hay gente que asegura
que cuando hay tempestad,
las olas las provoca
Miguel luchando a muerte con el mar.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Y llorar, y llorar y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar sobre el mar.
José Mª Cano. Mecano
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