¿Sabes quién era Ernestina de Champourcín? ¿Y Concha Méndez? ¿Has oído hablar de ellas?
Pues yo, curiosamente no las descubrí hasta el año pasado, y ahora lo sé. ¡Más vale tarde... !
Sí, fueron dos excelentes Poetas (no me gusta la denominación de poetisas) que formaron parte de la Generación del 27, ese grupo de destacados Poetas (aunque algunos también escribieron teatro o prosa) del que todos podríamos citar al menos cuatro o cinco nombres e incluso recitar alguno de sus poemas.
Sin embargo, no todos han sido reconocidos del mismo modo y a varios hasta se les consideró poetas menores, término que no hace justicia a la intensidad y la calidad de su poesía.
Con motivo de la conmemoración (en diciembre del 2007) del 80 aniversario de la constitución de la Generación del 27 o "Poetas del 27", se han publicado en Andalucía varias antologías poéticas, donde se recogen poemas de estas dos autoras y del resto de los componentes de esta brillante Generación de Poetas (hombres y mujeres). También se han organizado actividades y eventos destinados a acercar a los escolares sus figuras y sus poesías.
De los poemas que he leído de Concha Méndez y de Ernestina de Champourcín, he elegido los tres que escribo a continuación por el tema que tratan: el mar. Espero que os transmitan su energía y su ternura.
- TIEMPO DE MAR
El mar me pertenece
lo hago pasar entero
entre mis manos ávidas.
Lo acaricio, le doy
la única mirada
sencilla que me queda
la que aún no han manchado
ni el miedo ni la muerte.
Mar limpio entre mis dedos
goteando esperanzas
porque sostiene aún
un velamen con brisa.
Mar de todos los mares
hoy contemplo en su espuma
otros mares antiguos:
aquel de mi primer
contacto con las playas
y el de aquellas lecturas
codiciosas e incómodas
bajo algún tamarindo
y aquel otro del trópico
sin huellas de turistas
con esa pulpa tierna
que ofrece el cocotero.
Quiero olvidar aquí
lo que sucedió anoche.
El mar no tiene culpa.
Es dócil, mío, puro,
es un lebrel que lame
mis plantas mansamente.
Ernestina de Champourcín
ANCHO ES EL MAR...
Ancho es el mar; él ha de separamos;
quedarán nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresas lucirán nuestras miradas.
El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde...
tal vez en algún puerto... en una playa..!
Concha Méndez
Ancho es el mar; él ha de separamos;
quedarán nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresas lucirán nuestras miradas.
El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde...
tal vez en algún puerto... en una playa..!
Concha Méndez
Eran verdes como un mar,
con reflejos de alto cielo.
-¡Qué bien sabían mirar!-
unos ojos que recuerdo.
En la penumbra lucían
con una luz de misterio,
como dos claros abismos
abiertos a mil deseos.
Muchas horas tuve cerca
los ojos verdes aquellos,
que implorantes me miraban
¡y yo hacia por no verlos!
Y hoy que mirarlos quisiera,
están tan lejos..., ¡tan lejos!
Concha Méndez
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