martes, 30 de junio de 2009

En el banco

Llevaban un mes sin verse. Sólo algunas llamadas telefónicas. Tenían que hablar.
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- ¿Nos encontramos mañana a las 10 en el mismo banco de siempre? – propuso él.
- De acuerdo. Hasta mañana. – respondió ella y colgó el teléfono.
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Ella se levantó temprano para arreglarse con tranquilidad. Cogió el bolso y salió a la calle. Hacía un día soleado. A las diez menos cinco ya estaba en el parque y buscó aquel banco donde solían sentarse. Estaba vacío. Miró su reloj, “Aún es pronto”, pensó. Estaba impaciente, pero trató de calmarse y se sentó en el banco a esperarle.
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Él madrugó aquel día. Quería ducharse, afeitarse y desayunar sin prisa. Cogió la cazadora y las llaves del coche y salió hacia el garaje. A las diez menos cinco ya había encontrado aparcamiento en un lugar cercano. “¡Qué suerte! – pensó – esto es un buen presagio.” Estaba algo nervioso y tenía ganas de verla. Consultó su reloj, eran las diez en punto y se detuvo en la puerta de entrada del banco. “Seguro que tengo que esperar un poco.”
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Él no llegó nunca a aquel banco del parque. Ella se quedó esperando durante una hora y luego se marchó.
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Ella no llegó nunca a aquella oficina del banco. Él la esperó durante una hora y después se fue.
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Llevan dos meses sin verse. Ni una sola llamada telefónica. Ya no hay nada de que hablar.

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