Con la mirada perdida a lo lejos a través del cristal, rígidas las facciones, la expresión seria, sin mover ni una sola partícula de su cuerpo…
“No sirve de nada hablar ni gritar, nadie nos oye. Nos han dejado solos, se olvidaron de nosotros, ya a nadie le importamos.
Tú aún eres muy joven y quizás no comprendas lo que siento. Yo, que siempre he lucido la ropa más moderna, los complementos más exquisitos… verme así despojada de todo adorno…
“No sirve de nada hablar ni gritar, nadie nos oye. Nos han dejado solos, se olvidaron de nosotros, ya a nadie le importamos.
Tú aún eres muy joven y quizás no comprendas lo que siento. Yo, que siempre he lucido la ropa más moderna, los complementos más exquisitos… verme así despojada de todo adorno…
Pero no creas que es presunción, ni egoísmo... también pienso en ti que tendrás que soportar el calor de las mañanas y el frío de las noches sin una prenda que cubra tu cuerpo. ¿Hasta cuándo?
Tú y yo, aquí, abandonados, encerrados en este local vacío, sin nada a nuestro alrededor salvo una vieja estantería, condenados a contemplar la calle y a la gente detrás de la cristalera, soportando que todos los viandantes descubran nuestra desnudez. ¿Cuánto tiempo durará este cruel castigo?”
Con la mirada perdida a lo lejos a través del cristal, rígidas las facciones, la expresión seria, sin mover ni una sola partícula de su cuerpo, la mujer y el niño mantienen erguidas sus esbeltas figuras. Dos tristes maniquíes olvidados en aquel local que hace sólo unas semanas era una tienda de modas.
Tú y yo, aquí, abandonados, encerrados en este local vacío, sin nada a nuestro alrededor salvo una vieja estantería, condenados a contemplar la calle y a la gente detrás de la cristalera, soportando que todos los viandantes descubran nuestra desnudez. ¿Cuánto tiempo durará este cruel castigo?”
Con la mirada perdida a lo lejos a través del cristal, rígidas las facciones, la expresión seria, sin mover ni una sola partícula de su cuerpo, la mujer y el niño mantienen erguidas sus esbeltas figuras. Dos tristes maniquíes olvidados en aquel local que hace sólo unas semanas era una tienda de modas.
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Cuántas ilusiones perdidas y ecos de cosas en un local cerrado...
ResponderEliminarVAYA, veo que en este blog hasta el plástico tiene sentimientos. Muy bella historia.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa!
Es curioso verdad, pero no podemos dejar de imaginarnos que tienen vida propia, sentimientos propios... Angustia verlos expuestos en su rígida desnudez...
ResponderEliminarAngustioso el monólogo de esta mujer dirigido a este niño...
Excvelente Post, Luisa y feliz de reencontrarte...
Besos muy cariñosos en este domingo soleado.
Una tragedia de rebajas, supongo...
ResponderEliminarBesos
El diálogo entre maniquíes es bastante sugerente. Muchas personas son maniquíes en la vida; todos somos en algún momento o situación un maniquí. Observemos, observemos.
ResponderEliminarSugerente y con interpretaciones miles, este bello escrito tuyo de hoy.
ResponderEliminarMe ha dejado, no se!!!!pelín triste,interpreto en él,las pérdidas, encajar golpes inesperados, cerrar puertas, ver ilusiones desaparecer....y en cambio!!!por otro lado...hay que resurgir, avanzar, aún con tantos obstáculos en nuestros caminitos de la vida.
Un abrazote sin abandono alguno
Mi querida Luisa, hace tiempo (dirás que estoy loca) cuando pasaba por delante de un escaparate donde había un maniquí que aparentaba seis años, le decía mentalmente adios porque lo veía muy solo.
ResponderEliminarEs cuestión de sensibilidad y de dar tú misma la vida a quién quieras, el problema es que un día conteste al saludo y salga corriendo calle arriba :)
Un beso.
Ainssss qué cosas más tristes...
ResponderEliminarEstos nisienten ni padecen, pero hay muchos otros que se sienten como ellos
ResponderEliminarGran capacidad imaginativa la tuya. Enhorabuena. Saludos.
ResponderEliminarHhola Luida, pasaba para desearte una buena semana santa y que, si te gustan, comas muchas torrijas!!
ResponderEliminarBesos
Pero no siempre son olvidados! Es cierto que usualmente miramos la ropa y no el maniquí... pero... ¿quién no ha observado las expresiones estáticas que denotan los maniquíes alguna vez?
ResponderEliminarUn beso :)
Saludos cariñosos a todos y muchas gracias por escribir vuestras impresiones y algunas reflexiones interesantes tras leer el relato.
ResponderEliminarLos maniquíes no tienen sentimientos (al menos desde nuestra óptica) pero reflejan aquí los sentimientos y emociones humanas.
A los habituales: Pedro, David, Selma, Parsimonia, Malena, Sara, Nuria. Perdonad por no responderos individualmente y por teneros un poco abandonados últimamente.
A los demás: Gregorio, Rita, Migramundo, Miss Seven. Gracias por dejar vuestras palabras y volved cuando queráis.
Abrazos para tod@s. Y, a los que tengáis unos días de descanso, disfrutadlos.
No hay que perdonar nada Luisa, lo bonito es que te acuerdes de nosotros como nosotros lo hacemos de tí.
ResponderEliminarSe echan de menos tus escritos. No seas perezosa :)
Mil besos y mil rosas.
Hola Luisa.
ResponderEliminarInquietante imagen y magnífica interpretación. Vamos dejando tantos naúfragos...
Besos.