domingo, 15 de marzo de 2009

Abandonados

Con la mirada perdida a lo lejos a través del cristal, rígidas las facciones, la expresión seria, sin mover ni una sola partícula de su cuerpo…

No sirve de nada hablar ni gritar, nadie nos oye. Nos han dejado solos, se olvidaron de nosotros, ya a nadie le importamos.

Tú aún eres muy joven y quizás no comprendas lo que siento. Yo, que siempre he lucido la ropa más moderna, los complementos más exquisitos… verme así despojada de todo adorno…
Pero no creas que es presunción, ni egoísmo... también pienso en ti que tendrás que soportar el calor de las mañanas y el frío de las noches sin una prenda que cubra tu cuerpo. ¿Hasta cuándo?

Tú y yo, aquí, abandonados, encerrados en este local vacío, sin nada a nuestro alrededor salvo una vieja estantería, condenados a contemplar la calle y a la gente detrás de la cristalera, soportando que todos los viandantes descubran nuestra desnudez. ¿Cuánto tiempo durará este cruel castigo?”

Con la mirada perdida a lo lejos a través del cristal, rígidas las facciones, la expresión seria, sin mover ni una sola partícula de su cuerpo, la mujer y el niño mantienen erguidas sus esbeltas figuras. Dos tristes maniquíes olvidados en aquel local que hace sólo unas semanas era una tienda de modas.
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